EL ABC DEL KREMLIN: CAMBIAR EL FOCO DE ATENCIÓN. CULPAR A OTROS. CANCELAR ACTOS.

La semana pasada, el Kremlin puso en práctica un par de trucos bien conocidos de su libro de estrategias propagandistas. Aunque sean trucos viejos, suelen funcionar si se domina el panorama informativo. Y el Kremlin se esfuerza constantemente por asegurarse un lugar dominante en los espacios digitales, tanto de casa como del extranjero. Esta vez, sus objetivos han sido la UE y Kosovo.
Cambia el foco de atención o hazle algunos arreglos
Putin ha reconocido finalmente que la guerra contra Ucrania (a la que sigue denominando «operación especial») no va a concluir en un futuro cercano, sino que será un conflicto prolongado. Este hecho no debería sorprendernos. Putin y el Kremlin se han arrinconado a sí mismos y, al mismo tiempo, también se han arrojado por un precipicio.
Este precipicio no tiene fondo. Putin y sus propagandistas han denegado a Ucrania su propio derecho a existir, han cuestionado su supervivencia durante los próximos dos años, han deshumanizado a su población e incitado al genocidio, negado o legitimado infinitas atrocidades de las fuerzas rusas y llevado adelante un intento sistemático de destruir la economía, la agricultura, los recursos y la infraestructura civil de Ucrania.
La decisión «responsable» de Rusia de no iniciar un ataque nuclear
Aprovechando la importancia que ha restado a la retirada de las fuerzas rusas a posiciones defensivas, Putin ha puesto en el centro de atención a una Rusia presentada como un país responsable. Entre otras declaraciones, ha aseverado que Rusia no iniciará ningún ataque con armas nucleares.
Puede que el mundo debiera estar agradecido a Putin, pero, en realidad, se trata de otra de sus clásicas artimañas de manipulación, envuelta en desinformación: crea un problema alardeando de tu armamento nuclear, magnifícalo, contamina con ello todos los espacios informativos y espera a que todo el mundo se eche a temblar para que te supliquen que disminuyas la tensión. Después, anuncia con elegancia que no serás tú quien dé el primer paso en un posible ataque nuclear y cosecha los aplausos.
Culpa a otros mientras alimentas la tensión en Kosovo
Kosovo se ha convertido en los últimos días en un tema recurrente de la maquinaria de desinformación del Kremlin. El desacuerdo entre Belgrado y Pristina sobre la matrícula de los vehículos del norte de Kosovo es archiconocido y las negociaciones se están estirando en el tiempo.
Rusia se entrometió en este desacuerdo el viernes 9 de diciembre cuando el embajador ruso en Belgrado, Alexander Botsan-Kharchenko, afirmó que «Occidente» está avivando esta crisis y apoyando secretamente a Pristina en su intención de tomar el mando de todas las localidades del norte de Kosovo habitadas por población de etnia serbia. Botsan-Kharchenko manifestó que Occidente está usando esta crisis para amedrentar a la ciudadanía serbia y al «mundo serbio».
Posteriormente, el 11 de diciembre, la portavoz del Ministerio de Exteriores ruso, Maria Zakharova, escribió en su cuenta de Telegram que el aumento de las tensiones que había tenido lugar durante el fin de semana «había sido planeado» por Occidente. Estos comentarios se hicieron en respuesta a unas declaraciones de la primera ministra serbia, Ana Brnabić, en las que expresó que «Serbia estaba al borde de la guerra por culpa del primer ministro de Kosovo y la “inacción” de la UE».
Hace pocos días, el ecosistema del Kremlin inundó Telegram y Twitter de mensajes y vídeos en los que se aseguraba que Serbia estaba preparándose para intervenir inmediatamente en Kosovo. Estos hilos incluían supuestos crímenes contra la población serbia de Kosovo cometidos por personal de la KFOR y las fuerzas policiales de Kosovo.
La televisión estatal rusa se puso manos a la obra. RT y sus filiales en varios idiomas dedicaron una enorme atención a los últimos hechos ocurridos en Kosovo, con narrativas que culpan de las tensiones actuales tanto a la UE como a la OTAN y que incluso sugieren que EE. UU. está intentando incitar a Serbia a lanzar una operación militar. Zakharova también habló de la existencia de conexiones entre los acuerdos de Minsk y el diálogo entre Pristina y Belgrado. A ojos de Moscú este es otro déjà vu; es decir, acusar a Occidente y, en particular, a la UE de entablar negociaciones «falsas» con el objetivo de fortalecer al bando al que apoyan.
Imagina qué pasaría si, para variar, pudieran desatarse peleas físicas y violentas, y las imágenes sensacionalistas de una cadena de televisión presentaran a «Occidente» como opresor y traidor de la población serbia.
Cancela comparecencias
La maratónica conferencia de prensa que Putin celebra a finales de año en Moscú se ha convertido en tradición en la última década. Es muy conocida por el periodismo ruso. Con los años, el evento ha ido incluyendo enlaces por satélite con todos los rincones de Rusia en los que determinados grupos de personas (previamente elegidas) formulan preguntas (preparadas) a Putin. No obstante, este año la situación es otra.
Estos actos o, mejor dicho, espectáculos, son la alternativa, cuidadosamente orquestada, a las conferencias de prensa oficiales con medios críticos, de las que Putin pasa olímpicamente. En ellos, Putin permanece sentado durante horas resaltando estadísticas económicas escogidas a su conveniencia, soltando comentarios positivos y mostrando compasión por la gente común y corriente. Unas pocas preguntas de algunos medios de comunicación independientes crean la ilusión de una prensa libre. La imagen global que se proyecta de él es siempre la de un zar noble, que ama a su pueblo y protege a su país.
Sin embargo, el 12 de diciembre, el secretario de prensa del Kremlin, Peskov, anunció mediante un breve mensaje que este evento no se celebraría antes de Año Nuevo. Puede que Putin encuentre tiempo para la prensa durante sus posteriores visitas al extranjero, en las que la participación de la presa es mínima. No obstante, este anuncio podría ser un síntoma de su miedo a reunirse con gente o periodistas que pregunten por la economía, la situación del mercado laboral o el estado de los soldados movilizados en el frente. Así que ya sabes, en caso de duda, cancela el evento.
Las obligaciones dejan de ser obligatorias
Hay otra comparecencia pública que tampoco se va a celebrar: el discurso del jefe del estado ante la Asamblea Federal. Este discurso es obligatorio según la constitución rusa. Por lo tanto, no es un evento que se quiera celebrar, sino que se debe celebrar. La Asamblea Federal y otras estructuras del Parlamento ruso más amplias son lugares seguros para Putin, puesto que, en ellas, puede dar rienda suelta a todo tipo de manipulaciones y desinformación sin oposición ni criticismo. Veamos si este acto también se celebra más adelante.
Bajo el radar de EUvsDisinfo esta semana:
- Moldavia se prepara para la guerra y Chisinau se apoderará de Transnistria, abriendo un nuevo frente en el conflicto de Ucrania. No. Otra vez, los medios afiliados al Kremlin están tratando de desviar la atención de sus propias acciones de presión contra Chisinau, en particular, de la presión que ejerce Moscú mediante la subida del precio del gas ruso que exporta.
- No transcurre una semana sin que se ataque al presidente de Ucrania. Un ejemplo reciente: Zelenski intenta erradicar a la Iglesia ortodoxa en Ucrania. Otra noticia falsa. El Gobierno ucraniano no se ha propuesto prohibir la iglesia ortodoxa. Lo que busca es limitar las actividades del Patriarcado de Moscú en Ucrania (es decir, de la Iglesia ortodoxa ucraniana del Patriarcado de Moscú), por estar asociado con Putin y estructuras estatales rusas, y dedicarse a debilitar a Ucrania, apoyar la guerra de Rusia y reclutar agentes rusos. El 78 % de los creyentes ortodoxos afirman ser leales a la Iglesia ortodoxa de Ucrania.
- Occidente fue el responsable del Holodomor de la década de 1930. Este artículo, redactado por la agencia de noticias estatal de Rusia, RIA Novosti, es un absurdo intento orwelliano de reescribir la historia, trasladando la culpa del líder de la URSS, Stalin, a un «Occidente» general, sin especificar más. El artículo busca provocar un distanciamiento entre la ciudadanía ucraniana actual, bien consciente de los horrores del Holodomor, y los gobiernos de los países occidentales que apoyan a Ucrania en su defensa contra Rusia.