Los pecados de sus antepasados

La descripción más precisa del juego de la desinformación pro-Kremlin se resume en una palabra: «dual». La semana pasada, la tendencia rusa de hacer declaraciones cargadas de desinformación y diametralmente opuestas se hizo evidente.
En opinión del Kremlin, no hay contradicción alguna entre ser una todopoderosa superpotencia, de inspiración divina, y ser una víctima atacada por todos. O en aseverar que EE. UU., toda Europa y la impetuosa OTAN están en guerra contra Rusia, mientras tachan de insignificante la ayuda que Occidente envía a Ucrania. O en llamar al futuro «historia».
Jugar la carta del victimismo está dejando de ser eficaz
Putin mostró el sesgo victimista de la desinformación pro-Kremlin en la actuación, exquisitamente coreografiada, de preguntas y respuestas preparadas con antelación, que tuvo lugar durante la conmemoración de la batalla que puso fin al sitio de Leningrado en la Segunda Guerra Mundial. Además de la fuerte retórica de la neolengua del Kremlin, la actuación de Putin puso de manifiesto dos datos desinformativos importantes.
El primero fue presentar a Rusia como víctima en Ucrania de la agresión de Occidente y trazar claros paralelismos entre el Holocausto y el sitio de Leningrado, denunciando que el genocidio contra el pueblo soviético quedó impune. Los motivos de ello estaban claros: Occidente siempre ha conferido a Rusia un trato desfavorable y ha ignorado su tremendo sufrimiento. Además, en opinión de los especialistas en desinformación pro-Kremlin, la historia se está repitiendo en Ucrania.
El Kremlin lleva años utilizando el victimismo para justificar su agresión contra lo que percibe como amenazas. Para complementar la narrativa de desinformación del victimismo ruso, el general Valery Gerasimov, en su nuevo rol de supervisor de la campaña militar de Rusia en Ucrania, evocó la amenaza existencial que acecha a Rusia debido al apoyo que Occidente presta a Ucrania.
La nueva imagen de víctima de Rusia va de la mano de acusaciones de que Ucrania no desea la paz y que no entablará diálogo con Rusia. Esta información es, sin lugar a dudas, falsa, puesto que el presidente Zelenski ha presentado ideas y condiciones concretas para la paz.
El futuro es la historia
El segundo dato es que el ecosistema de desinformación pro-Kremlin sigue deleitándose en la gloria del pasado soviético, haciéndose eco de la obsesión de Putin con la historia y, particularmente, de las visiones sobre el futuro histórico de Rusia que Putin proclamó el 24 de febrero de 2022. Uno de los aspectos más llamativos de la actuación de Putin en Leningrado fueron sus evocaciones de las victorias de Rusia frente a Hitler y Napoleón, y el llamamiento a la necesidad de conservar como es debido la «memoria histórica» de esos acontecimientos. La traducción de su actuación, para quienes no hablan Kremlinés, podría ser esta: la historia puede reescribirse para incitar la nostalgia de un pasado glorioso y demostrar la infalibilidad de las decisiones actuales del Kremlin. O como lo expresó George Orwell: «Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro».
Un ejemplo práctico de los intentos del Kremlin de reescribir la historia ha sido la demolición de un panteón en el que estaban enterrados héroes finlandeses caídos en la guerra de Invierno, a fin de evitar que alguien pueda hacerse una idea equivocada acerca de la resistencia a la opresión autoritaria.
Como es habitual, el ecosistema de desinformación pro-Kremlin fue meticuloso en la transmisión de este mensaje y hasta podría decirse que bastante creativo. En su conferencia de prensa anual sobre la diplomacia rusa, el ministro del Exterior, Sergey Lavrov, prácticamente se limitó a repetir la misma retahíla desinformativa sobre Napoleón y Hitler.
Nazis por doquier, otra vez
Esto bastó para que algunos expertos de la desinformación pro-Kremlin pudieran atar cabos. La «operación militar especial» de Rusia en Ucrania es en realidad la continuación de la Gran Guerra Patria. Así pues, según el razonamiento del Kremlin, tan atravesado por la desinformación, Rusia va a ganar, al igual que lo hizo la Unión Soviética. En consecuencia, Rusia está en pleno derecho de atacar a las naciones europeas porque toda Europa o, en palabras del Kremlin, los nazis, están ayudando a Ucrania en su guerra satánica contra el bien y contra Rusia.
Más allá de tergiversar la historia y presentar a las víctimas de la ocupación nazi como vengativos agresores empeñados en cometer un genocidio contra Rusia, los expertos pro-Kremlin se han dedicado a buscar nazis en la Europa de hoy en día. Esta semana, el alto representante de la UE y el presidente del Gobierno español han sido el blanco de insinuaciones de afinidad con el Tercer Reich alemán por parte del Kremlin. Y la decisión de Letonia de solidarizarse con Estonia y rebajar el nivel de su misión diplomática en Rusia es, cómo no, una expresión rampante de rusofobia próxima al nazismo.
En este medio hemos escrito extensamente sobre esta obsesión del Kremlin con los nazis. Como es típico del doblepensamiento del Kremlin, los propagandistas rusos siguen desenterrando los pecados de nuestros antepasados y restándole importancia a sus propios crímenes.
Buscando grietas donde no las hay
Por último, los medios de desinformación pro-Kremlin también han tratado de evidenciar posibles grietas en el apoyo de Occidente a Ucrania. Como era de esperar, recurrieron a la narrativa de desinformación de la pérdida de soberanía en Europa y lanzaron la falsa afirmación de que EE. UU. tiene «intereses coloniales» en Europa. También han tratado de pintar las reuniones de Davos y Ramstein como muestras de vacilación por parte de Occidente en lo que respecta a su apoyo a Ucrania.
Entretanto, mientras los países europeos se comprometen a enviar más armamento pesado a Ucrania para su legítima defensa (derecho consagrado en el artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas), el Kremlin califica su actuación como una «nueva escalada» del conflicto o como esfuerzos en vano, dado que la derrota de Ucrania es segura. Como si la invasión de Rusia no hubiera sido «la» escalada que ha puesto en riesgo la coexistencia pacífica de Ucrania y Rusia. Los mismos medios pro-Kremlin consideraron también que el décimo paquete de sanciones europeas que se está debatiendo actualmente sería irrelevante para Rusia y juzgaron la deliberación de Europa sobre este tema como una muestra de desunión.
Hasta la resolución del Parlamento Europeo que respalda la creación de un tribunal para juzgar las acciones de Rusia en Ucrania fue presentada como debilidad e incompetencia. Evidentemente, en el Kremlin, el autoengaño y los buenos deseos no conocen límites. Quizás sus dirigentes han pasado demasiado tiempo escuchando sus propias mentiras.
Bajo el radar de EUvsDisinfo esta semana:
- Disparatada desinformación pro-Kremlin afirma que Occidente está usando las víctimas militares de Ucrania para establecer una red de tráfico de órganos. Huelga decir que no hay evidencia que respalde estas extravagantes afirmaciones y que proferir acusaciones contra la OTAN y el ejército ucraniano es una técnica pro-Kremlin recurrente. En realidad, el trasplante de órganos es un procedimiento médico complejo, sujeto a limitaciones de tiempo, que no puede realizarse sobre el terreno. Esta narrativa de desinformación pro-Kremlin ha sido desmentida en numerosas ocasiones.
- El ecosistema de desinformación pro-Kremlin también ha seguido propagando el alarmismo nuclear mediante declaraciones completamente infundadas, como que Kiev almacena munición enviada por Occidente en plantas nucleares, que aumentan el riesgo de una catástrofe nuclear. Se trata de una técnica de desviación clásica pro-Kremlin, ya que en realidad es Rusia la que ha desplegado sistemas de artillería, lanzacohetes, tanques y vehículos de transporte de tropas en plantas nucleares, convirtiendo la planta nuclear de Zaporiyia en una base militar.
- Con los mismos fines de desviación, la desinformación pro-Kremlin también acusa a Ucrania de convertirse en una empresa militar privada de la OTAN. Esta alegación, además de desviar la atención de su impopular «empresa militar privada» Wagner, forma parte de una narrativa de desinformación pro-Kremlin más amplia, dirigida a presentar la guerra de agresión de Rusia contra Ucrania como una confrontación con la rusofóbica y beligerante OTAN.