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Narrativas principales de la desinformación pro-Kremlin: «Nazis»

septiembre 20, 2022

Una característica distintiva de la desinformación pro-Kremlin es su repetitividad. A pesar de todas las afirmaciones descabelladas que vierten, los medios de comunicación pro-Kremlin a menudo suenan como un disco rayado que se limita a un par de mensajes básicos para el público nacional e internacional. Esto no es un accidente o un descuido, sino que es algo intencionado: la repetición hace que las mentiras suenen más creíbles. Los medios de desinformación pro-Kremlin logran este objetivo al desplegar un conjunto de narrativas recurrentes que funcionan como plantillas para historias concretas.

Una narrativa constituye un mensaje general, que se comunica mediante textos, imágenes y metáforas, así como por otros medios. Las narrativas contribuyen a transmitir un mensaje: crean suspense y hacen más atractiva la información. EUvsDisinfo ha identificado un conjunto de cinco narrativas principales empleadas por los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin, a saber: «las élites contra el pueblo», «valores amenazados», «pérdida de soberanía», «el colapso inminente» y «la jajaganda», que aparecen en los mensajes del Kremlin.

Sin embargo, el panorama de la desinformación pro-Kremlin no estaría completo sin tener en cuenta la narrativa de los «nazis», que condensa en una sola palabra la mitología que sostiene al régimen del Kremlin.

Nazis en el este y el oeste, pero sobre todo en Ucrania

Durante muchos años, los medios de comunicación controlados por el Estado ruso han afirmado que diferentes Estados y entidades están gobernadas por nazis o que están imbuidos por la ideología nazi. En su jerga, «nazi» y «fascista» se han convertido en sinónimos. Los ejemplos son cuantiosos y están bien documentados en la base de datos de EUvsDisinfo desde 2015: Moldavia está gobernada por fascistas, al igual que los Estados bálticos y Polonia. Europa está «respaldando» el fascismo, al igual que el Parlamento Europeo. En una alocución en Vladivostok, cuando se cumplían seis meses de la invasión rusa de Ucrania, Putin incluso especuló con que el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, Josep Borrell, «habría estado del lado de los fascistas si hubiera vivido en los años treinta del siglo pasado» porque la Unión Europea está apoyando a los fascistas en Kiev.

Pero para el Kremlin, Ucrania —un país en el que murieron millones de personas luchando contra el nazismo durante la Segunda Guerra Mundial, en el que la ideología nazi está prohibida y que está gobernado por el nieto de un superviviente del Holocausto— es el país más nazi de todos. La base de datos de EUvsDisinfo contiene cerca de quinientos ejemplos de afirmaciones de desinformación pro-Kremlin sobre la «Ucrania nazi/fascista». Estas afirmaciones han constituido una piedra angular de la propaganda del Kremlin desde las protestas de Euromaidán en 2013-2014, cuando el Kremlin trató de desacreditar las protestas proeuropeas en Kiev y, a continuación, el cambio prooccidental más amplio en la política exterior de Ucrania como un «golpe de Estado nazi».

Esto se debe a que en el universo del Kremlin, «nazis» y «nazismo» no están vinculados de ninguna forma a la historia o la ideología real del nacionalsocialismo o es fascismo ni a las manifestaciones modernas de las ideas de la extrema derecha. Más bien, cualquiera que sea considerado hostil a Rusia o a la idea del «Russkiy Mir» —un proyecto geopolítico que aboga por la unión del mundo rusoparlante bajo el cetro del Kremlin— es calificado como «nazi». Ante todo y sobre todo, Ucrania.

Pasar por alto la historia, ocultar los contactos nazis

El poder de la narrativa «nazi» sobre el público ruso no es una casualidad. Es algo que el Kremlin ha estado construyendo de forma sistemática durante años. Desde la perspectiva del Kremlin, la historia no es algo para recordar o estudiar, sino que es algo que hay que gestionar. Así es como la memoria histórica se convirtió en una herramienta para cumplir con las ambiciones geopolíticas del Kremlin.

Durante años, los medios de comunicación controlados por el Estado ruso y los políticos —desde Putin hasta el ya fallecido ultraderechista Vladímir Zhirinovsky— han insistido en la idea de que solo la Unión Soviética había luchado realmente contra el régimen de Hitler. Todos los demás en Occidente no contribuyeron de verdad, sino que de alguna manera proporcionaron un espacio para Hitler. Al lanzar acusaciones colmadas de historia contra Occidente, Rusia convirtió la historia en un arma, de la misma manera que ha convertido en armas a sus medios de comunicación, así como a la energía, las exportaciones de alimentos y el comercio en un sentido más amplio.

Es difícil comprender cómo encaja esta percepción distorsionada de la historia con el hecho de que la Unión Soviética y la Alemania nazi firmaron un pacto de no agresión: el Pacto Molotov-Ribbentrop, acompañado de protocolos secretos y relaciones comerciales significativas, que se mantuvo desde agosto de 1939 hasta julio 1941. Tal como documentó el historiador Roger Moorhouse, este período equivale a una tercera parte de la duración de la Segunda Guerra Mundial, durante el cual el régimen nazi de Hitler tuvo libertad de acción y construyó su maquinaria bélica con importaciones soviéticas. La Unión Soviética ayudó de forma significativa a la formación de la moderna maquinaria bélica de Hitler y suministró recursos esenciales y combustible a la Alemania nazi.

Con todo, señalar estos hechos, por no hablar de las atrocidades cometidas por el Ejército Rojo, incluida la ocupación de grandes extensiones de Europa, es un tabú en Rusia. Desde hace varios años, participar en lo que se denomina «mancillar la reputación de las hazañas heroicas del Ejército Rojo entre 1941 y 1945» es considerado un delito penal en Rusia. Desde 2021, también es delito «insultar a los veteranos de guerra». Memorial International, una organización no gubernamental que ha documentado la represión y las violaciones de los derechos humanos durante el régimen de Stalin, fue acosada durante años y, finalmente, se disolvió solo unas semanas antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia.

El Kremlin ha silenciado la investigación fundamental de los historiadores y ha acallado todo debate libre. Con carta blanca para manipular e instrumentalizar la memoria histórica, el Kremlin avivó y se apropió de los sentimientos de heroísmo y orgullo nacional a fin de definirse como la única fuerza de resistencia contra el nazismo hoy, a lo largo de la historia, y en el futuro. De este modo, el Kremlin continúa extrayendo su legitimidad en Rusia, alimentando sus ambiciones neoimperialistas en el extranjero. La invasión de Ucrania, que Putin trató de forma infame de justificar como una «desnazificación», constituye el ejemplo más extremo de este proceso.

Ahora: el grito de guerra nazi por todas partes

El Kremlin ha desplegado la «lucha contra el nazismo» como grito de guerra en Ucrania, con todas las terribles consecuencias que ello acarrea. En los meses previos a la invasión, los medios de comunicación controlados por el Estado ruso se esforzaron al máximo para presentar a Ucrania como un «Estado nazi».

Número de menciones de «nazi» en los medios de comunicación estatales rusos, medios pro-Kremlin vinculados al Estado ruso y cuentas diplomáticas oficiales rusas en Twitter en el contexto de Ucrania (a 22 de febrero de 2022). Antes de la invasión, los medios de comunicación controlados por el Estado ruso se esforzaron al máximo para presentar a Ucrania como un «Estado nazi».

Esto constituyó una señal para sus afiliados y súbditos de que, a partir de ese momento, cualquier cosa estaba permitida, ya que permitirían justificar el fin último de una nueva victoria sobre el «nazismo», solo que esta vez en Ucrania. Y así es como los propagandistas del Kremlin intentaron justificar las atrocidades rusas en Ucrania que no podían negar, incluido el bombardeo de la maternidad en Mariúpol. Se trata de una justificación que quizá volvamos a ver, a medida que aflore la historia completa de las atrocidades rusas cometidas bajo el control ruso en la región de Járkov.

Nazi = deshumanizar a los ucranianos

Aunque ya es bastante perverso convertir la historia en un arma, el Kremlin ha decidido ir un paso más allá. La narrativa «nazi» se ha empleado para deshumanizar a los ucranianos. La retórica que incita al genocidio sobre todo lo ucraniano ha pasado de ser marginal a convertirse en la corriente dominante rusa, por ejemplo, a la agencia de noticias controlada por el Estado ruso RIA Novosti. Y el efecto es más brutalidad en el campo de batalla y contra los civiles.

La falta de éxito en el campo de batalla encaminó al Kremlin y sus propagandistas a llamar no solo a deshacerse de la «junta nazi» de Kiev, sino también a la «desnazificación» a gran escala de Ucrania, lo que llevaría generaciones. En un abrir y cerrar de ojos, el Kremlin amplió el círculo de «nazis»: desde las autoridades ucranianas hasta toda la población y cualquiera que apoye a Ucrania. Y conforme Ucrania continúa liberando territorios ocupados, la retórica rusa sigue endureciéndose y volviéndose más extrema. En los últimos días, destacadas voces rusas han pedido que se expulse a veinte millones de ucranianos de sus hogares, que se destruya infraestructura civil y crítica una región tras otra en Ucrania, y han sugerido que las leyes sobre conflictos armados son solo recomendaciones y no deben impedir la guerra total.

¿Puede existir un mundo sin nazis?

¿Puede existir un mundo, una Ucrania, donde el Kremlin y las capas dominantes de Rusia NO tilden de nazis a los líderes ucranianos?

Esta pregunta es pertinente a la luz del intenso debate actual dentro de Rusia, incluso en los círculos de dirigentes, sobre los fracasos de las fuerzas armadas rusas en Járkov y Jersón. Algunas voces a las que se les ha permitido hablar en la principal televisión afiliada al Kremlin comienzan a preguntarse si es productivo seguir negando que los ucranianos existen como pueblo y nación. Que estigmatizar a los ucranianos puede ser contraproducente. Así las cosas, la mayoría, incluido Putin, sigue calificando de nazi a todo el mundo. Por ahora.

Si quiere seguir el rastro de esta narrativa consulte también nuestro artículo de 2017: «Nazis en el este, nazis en el oeste, nazis en todos lados», así como una descripción general de los intentos de revisionismo histórico del Kremlin: A la sombra de la historia revisada.