Narrativas principales de la desinformación pro-Kremlin. Quinta parte: «la jajaganda»

Una característica distintiva de la desinformación pro-Kremlin es su repetitividad. A pesar de todas las afirmaciones descabelladas que vierten, los medios de comunicación pro-Kremlin a menudo suenan como un disco rayado que se limita a un par de mensajes básicos para el público nacional e internacional. Esto no es un accidente o un descuido, sino que es algo intencionado: la repetición hace que las mentiras suenen más creíbles. Los medios de desinformación pro-Kremlin logran este objetivo al ceñirse a un conjunto de narrativas recurrentes que funcionan como plantillas para historias concretas.
Una narrativa constituye un mensaje general, que se comunica mediante textos, imágenes y metáforas, así como por otros medios. Las narrativas contribuyen a transmitir un mensaje: crean suspense y hacen más atractiva la información. EUvsDisinfo ha identificado un conjunto de cinco narrativas principales empleadas por los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin. Hemos visto estas narrativas principales de desinformación pro-Kremlin puestas en práctica en múltiples ocasiones, a saber: para interferir en procesos electorales, para difundir mentiras sobre la pandemia de COVID-19 o para justificar la guerra no provocada en Ucrania.
Este verano, le ofrecemos una descripción general actualizada de estas narrativas. Aquí está la quinta y última, la narrativa de la «jajaganda». Consúltense también las narrativas publicadas con anterioridad: «las élites contra el pueblo», «los valores amenazados», «pérdida de soberanía» y «el colapso inminente».
Quinta narrativa: «la jajaganda»
Un último recurso en desinformación, que se suele emplear ante pruebas incontestables o argumentos irrefutables, es bromear sobre el asunto o ridiculizar el tema de que se trate.
El caso de envenenamiento de los Skripal es un ejemplo perfecto de esta estrategia. Los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin han seguido con sus intentos de acallar este intento de asesinato con sarcasmo para convertir toda esta tragedia en un gran chiste. Un planteamiento similar fue utilizado en el caso del intento de asesinato de Alexéi Navalni, ante el que los medios de comunicación pro-Kremlin han competido por divulgar historias «divertidas» sobre la mejor forma de matar al disidente ruso.
Los métodos de «jajaganda» también conllevan el uso de distintas palabras despectivas para menospreciar el concepto de democracia, procedimientos democráticos y candidatos.
El ayudante del Kremlin Vladislav Surkov describe el concepto de democracia como «una guerra de bastardos» y, en lugar de ello, recomienda el «gobierno ilustrado» de Vladímir Putin como alternativa para Europa. El antiguo presidente ucraniano Petro Poroshenko fue casi permanentemente ridiculizado en los medios de comunicación pro-Kremlin, al igual que todo el proceso electoral de Ucrania. Según los medios de comunicación estatales rusos, unos comicios con varios candidatos y sin un resultado evidente se consideran un circo.

Dibujo original: RIA Novosti
El presidente en ejercicio de Ucrania Volodímir Zelenski también ha recibido más de lo que le corresponde de ridículo y humillación en los medios de comunicación pro-Kremlin durante su tiempo en el cargo. Entre otras absurdas acusaciones, se ha afirmado que recibe asesoramiento militar de su hijo de nueve años, que baila al son de los Estados Unidos y, supuestamente, también al de Turquía. Ninguna humillación orquestada por el entorno pro-Kremlin estaría completa sin las preceptivas afiliaciones nazi y a Soros.
Los chistes armamentísticos del Kremlin
El Kremlin es tan partidario de esta conversión de los chistes y el ridículo público en armas, que la agencia estatal de noticias RIA Novosti utilizó a dos bromistas, a los que se encomendó simular conversaciones telefónicas falsas con políticos, activistas y responsables de decisiones. Haciéndose pasar por representantes del equipo de Alexéi Navalni, la activista medioambiental Greta Thunberg y, más recientemente, por el primer ministro de Ucrania, los bufones afiliados al Kremlin intentaron engañar al interlocutor para que dijera algo que fuera destructivo desde el punto vista político.
No cabe duda de que la sátira, el humor y la parodia son todos componentes integrales del discurso público. El derecho a burlarse de los políticos o a hacer chistes sobre los burócratas es importante para la vitalidad de cualquier democracia.
Por lo tanto, es irónico que los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin traten a menudo de disfrazar sus mentiras y engaños antioccidentales bajo un manto de sátira, afirmando que están ejerciendo su derecho de libertad de expresión. Sin embargo, al mismo tiempo, rechazan de forma agresiva tolerar cualquier sátira que sea crítica con el Kremlin o que socave su agenda política. Un ejemplo de esta hipocresía es la prohibición por parte de Rusia en 2018 de la comedia británica La muerte de Stalin.
Ridículo y humillación
En su informe de 2017, el Centro de Excelencia Stratcom de la Organización del Tratado del Atlántico Norte explicaba cómo los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin utilizan el humor para desacreditar a los líderes políticos occidentales.
Uno de sus autores, la experta letona Solvita Denisa-Liepniece, ha sugerido el término «jajaganda» para este tipo concreto de desinformación, que se basa en ridiculizar a las instituciones y los políticos.
La característica grotesca de la «jajaganda» es que es muy difícil defenderse de ella. No sirve de nada quejarse. El chiste no tiene la finalidad de transmitir información objetiva. ¡Es un chiste! ¿No tenéis humor? ¿Siempre tenéis que ser políticamente correctos?
El objetivo de la «jajaganda» no es convencer al público de la verdad de un chiste en concreto, sino socavar la credibilidad y la confianza de un objetivo determinado, como una persona o una institución, a través del ridículo y la humillación constantes. A veces, la «jajaganda» da un giro verdaderamente morboso, cuando la maquinaria de desinformación pro-Kremlin decide convertir un intento de asesinato político en un hazmerreír.
Léase más información sobre la «jajaganda» aquí.