Narrativas principales de la desinformación pro-Kremlin. Tercera parte: «pérdida de soberanía»

Una característica distintiva de la desinformación pro-Kremlin es su repetitividad. A pesar de todas las afirmaciones descabelladas que vierten, los medios de comunicación pro-Kremlin a menudo suenan como un disco rayado que se limita a un par de mensajes básicos para el público nacional e internacional. Esto no es un accidente o un descuido, sino que es algo intencionado: la repetición hace que las mentiras suenen más creíbles. Los medios de desinformación pro-Kremlin logran este objetivo al ceñirse a un conjunto de narrativas recurrentes que funcionan como plantillas para historias concretas.
Una narrativa constituye un mensaje general, que se comunica mediante textos, imágenes y metáforas, así como por otros medios. Las narrativas contribuyen a transmitir un mensaje: crean suspense y hacen más atractiva la información. EUvsDisinfo ha identificado un conjunto de cinco narrativas principales empleadas por los medios de desinformación rusos y pro-Kremlin. Hemos visto estas narrativas principales de desinformación pro-Kremlin puestas en práctica en múltiples ocasiones, a saber: para interferir en procesos electorales, para difundir mentiras sobre la pandemia de COVID-19 o para justificar la guerra no provocada en Ucrania.
Este verano, le ofrecemos una descripción general actualizada de estas narrativas. Aquí está la tercera, la narrativa de la «pérdida de soberanía». Consúltense también las narrativas publicadas con anterioridad: «Las élites contra el pueblo» y «valores amenazados».
Tercera narrativa: «pérdida de soberanía»
A las fuentes de desinformación rusas y pro-Kremlin les gusta afirmar que determinados países ya no son verdaderamente soberanos. Allá en 2015, un humorista gráfico de la agencia de noticias estatal rusa RIA Novosti ilustró esta idea con una imagen: El Tío Sam sube el fuego de un infiernillo de gas, lo que obliga a los europeos a saltar de un lado a otro mientras claman por las sanciones contra Rusia.

Dibujo original: RIA Novosti
Desde entonces, han proliferado muchos más ejemplos de esta narrativa en los medios de comunicación pro-Kremlin, a saber: Ucrania está gobernada por extranjeros o los Estados bálticos no son realmente países. Los medios de desinformación pro-Kremlin también afirman que a raíz de su ingreso en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), Finlandia y Suecia están a punto de perder su soberanía y que actúan bajo presión extranjera (de los Estados Unidos y la OTAN). Los ejemplos sobre esta narrativa son cuantiosos: la Unión Europea está dirigida por Washington, Japón es un Estado vasallo, Alemania es un territorio ocupado, las decisiones en Ucrania no las toma su presidente sino los Estados Unidos, y así sucesivamente.
Los medios de comunicación pro-Kremlin incluso emplean un vocabulario concreto para definir a los Estados «no soberanos»: territorios «limítrofes» o fronterizos que proporcionan subsistencia y servidumbre a sus amos. La edición polaca del medio propagandístico pro-Kremlin RuBaltica ofrece una explicación:
Hay Estados reales, que son capaces de llevar a cabo todas las funciones estatales, y luego hay escoria geopolítica o países ficticios que tienen atributos formales de Estado, pero que no son Estados de verdad. Estos países incluyen los Estados limítrofes postsoviéticos que separan a Rusia de Occidente. Las seudoélites de estos países no son capaces de responder a ningún desafío histórico de envergadura como superar la crisis migratoria, proteger las fronteras y combatir la epidemia. Siguen pidiendo ayuda a Europa Occidental y los Estados Unidos porque no pueden valerse por sí mismos. Estos países están gobernados por marionetas: solo pueden hablar de «parar a Rusia» y votar resoluciones antirrusas en la Unión Europea y las Naciones Unidas.
La narrativa de la «pérdida de soberanía» es en el fondo una narrativa de desempoderamiento destinada a erosionar los cimientos mismos de la democracia. ¿Por qué alguien habría de preocuparse por los procesos democráticos y las elecciones, si al final los que gobiernan su país son agentes extranjeros poderosos?
Sin embargo, los medios de comunicación pro-Kremlin afirman que la soberanía real solo es posible bajo el control de Rusia.
El pueblo carece de voluntad política independiente
En estrecha relación con la narrativa de «pérdida de soberanía» encontramos los mensajes de desinformación pro-Kremlin sobre las denominadas «revoluciones de colores». Estos mensajes aducen que las revueltas sociales o las protestas políticas están orquestadas por extranjeros poderosos (Occidente) y nunca son una expresión genuina del activismo o las preocupaciones de los ciudadanos. Los ejemplos son numerosos y se remontan a las protestas del Euromaidán en Ucrania en 2013-2014, cuando los medios de comunicación pro-Kremlin acusaron infundadamente a los funcionarios estadounidenses de escenificar las protestas populares.
El rechazo del Kremlin a la voluntad política independiente y a las aspiraciones de otros pueblos es arrogante y, a menudo, oculta un enfoque imperialista del pueblo o país en cuestión. Al no poder comprender el concepto de libre albedrío, el Kremlin recurre al pensamiento conspirativo: «¿Por qué alguien en su sano juicio querría distanciarse de Rusia? Esto solo puede ser debido a una manipulación de los anglosajones» No es de extrañar que, a los ojos del Kremlin, la Unión Europea también esté bajo el control de los anglosajones.
Socavar la condición de Estado de Ucrania
La narrativa de la «pérdida de soberanía» tiene por objeto erosionar la confianza en las instituciones democráticas y, en último término, corromper sus cimientos. Además, ha cobrado especial relevancia en los intentos de los medios de comunicación pro-Kremlin de justificar la agresión militar contra Ucrania. Un ejemplo infame fue la afirmación de Putin de que «Lenin creó Ucrania» unos días antes de que Rusia lanzara una invasión a gran escala (una afirmación que ya había estado circulando en el ecosistema de desinformación pro-Kremlin).
En el contexto de Ucrania, la narrativa pro-Kremlin de «pérdida de soberanía» adquiere un matiz imperialista aún más siniestro. No solo niega la condición de Estado a Ucrania, sino además su propia existencia al afirmar que «nunca ha existido un Estado ucraniano». Esta narrativa, junto con el mito de la «Ucrania nazi», ha constituido uno de los tropos de desinformación principales a la hora de justificar la invasión no provocada de Ucrania por parte de Rusia. Otras narrativas de desinformación relacionadas incluyen las afirmaciones de que los ucranianos, los rusos y los bielorrusos son «una única nación», así como las múltiples acusaciones de que Ucrania está al borde de la desintegración.
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