Realidad basada en mentiras: cien días de la guerra de agresión rusa en Ucrania

Han transcurrido cien días desde que Putin desatara su «guerra de tres días» contra Ucrania, puede que esperando una victoria rápida o creyendo sus propias mentiras y propaganda. Sin embargo, es importante entender que los ataques de manipulación de la información y de desinformación del Kremlin contra Ucrania se habían iniciado años antes de la guerra, que empezó el 24 de febrero de 2022. El aparato de desinformación controlado por el Estado ruso, a menudo liderado por los medios de comunicación financiados generosamente RT y Sputnik, autodenominados armas de información, había elucubrado mitos y falsos pretextos para invadir Ucrania durante años, desde por lo menos 2014. La base de datos EUvsDisinfo ha recopilado más de cinco mil casos concretos de desinformación contra Ucrania, cifra que representa más de un tercera parte de todos los casos de nuestra base de datos. Estas narrativas de desinformación pro-Kremlin abarcan una temática muy extensa, de acusar a Occidente de planificar la dominación del mundo, a alegar una impía alianza entre Ucrania y el mismísimo Satanás.
Existen dos narrativas en el manual del Kremlin que han cobrado una prominencia nunca vista hasta ahora y que destacan por encima de las demás. La primera es la afirmación extendida de que una «rusofobia» histérica ha cautivado al mundo. En su esencia, esta narrativa de desinformación es bastante sencilla: cualquiera que se oponga o critique a Rusia, o sus acciones, lo hace por un miedo irracional y un odio infundado por todo lo ruso.
Al principio, la narrativa de desinformación de la «rusofobia» iba principalmente dirigida a Ucrania, así como a los Estados miembros de la Unión Europea (UE) que se han manifestado en relación con el comportamiento cada vez más agresivo y beligerante de Rusia, como Polonia, Chequia o los Estados bálticos. Con todo, a medida que la respuesta de la UE ante la guerra rusa en Ucrania se recrudeció, los medios de desinformación pro-Kremlin empezaron a recriminar que la «rusofobia» se extendía como la pólvora por toda Europa. Vender el miedo y el odio, a la vez que se jugaba la «carta de víctima», también se convirtió en el pasatiempo favorito de los cuerpos diplomáticos y los funcionarios públicos rusos. Por lo que respecta a la táctica de desinformación, este es un planteamiento bastante común: negar y desviar la atención de las críticas válidas invocando falsas injusticias. Está claro que, igual que en la fábula de Pedro y el lobo, invocar la «rusofobia» como respuesta a cada medida que adopta Occidente para disuadir a Rusia de proseguir con su agresión, merma cada vez más la credibilidad de las afirmaciones de «rusofobia» del Kremlin.
En segundo lugar, están las afirmaciones infundadas de que Ucrania se ha convertido en un caldo de cultivo de nazis, que representan una amenaza existencial para todo lo ruso. La invocación del nazismo en la desinformación pro-Kremlin no es ni nueva ni especialmente ingeniosa. La «desnazificación» fue uno de los platos fuertes del discurso de Putin del 24 de febrero, en el que se expuso la justificación de la «operación especial» rusa. Durante decenios, la derrota del nazismo en la Segunda Guerra Mundial se ha presentado con suma santidad y reverencia. Por lo tanto, proclamar una falsa amenaza nazi en Ucrania ejerce un potente impacto psicoemocional sobre la sociedad rusa como llamada a las armas. El ecosistema de la desinformación pro-Kremlin estaba saturado con narrativas de «Ucrania nazi» las semanas previas a la guerra, azuzando el apoyo caldeado de la nación a las ideas de «desnazificación» del Kremlin.

PALABRA CLAVE «NAZI» – EN LOS MEDIOS CONTROLADOS POR EL ESTADO RUSO
De hecho, Putin ha cultivado cuidadosamente una generalizada obsesión por expurgar el nazismo dondequiera que esté y ha diseñado el seudoimperialismo ruso, salvaguardado por el Kremlin, como el único antídoto. Había transcurrido poco más de un mes desde que Rusia empezó la guerra, cuando RIA Novosti, uno de los principales medios de comunicación controlados por el Estado ruso, publicó un artículo detestable del director de cine y filósofo político ruso afín al Kremlin, Timofey Sergeytsev. En él se presentó impávidamente un marco intelectual perverso, que constituye el trasfondo de las atrocidades que Rusia ha cometido en Ucrania, todas supuestamente en nombre de la «desnazificación».
Por lo tanto, mientras prosigue la guerra de agresión rusa y su desinformación se vuelve cada vez más funesta, en la lógica retorcida del Kremlin pareció conveniente fusionar dos narrativas en una afirmación sumamente absurda: la «rusofobia» se ha convertido en la nueva característica definitoria del nazismo, que ha renacido en Ucrania y ahora se expande sin freno por toda Europa. Acusar a Israel de ser nazi es un ejemplo ilustrativo sobre hasta qué punto los propagandistas rusos se han alejado de los principios de la razón.
Palabrería del Kremlin
Por supuesto, la desinformación pro-Kremlin no acaba con la difusión de las metanarrativas de «rusofobia» y «Ucrania nazi». Incluso antes de que empezara la guerra, observamos una nueva tendencia en los medios de comunicación controlados por el Estado ruso, liderados por el mentiroso en jefe, el propio Putin. Se trata de un esfuerzo orwelliano sostenido para redefinir la terminología que utiliza el Kremlin con el fin de describir la guerra rusa en Ucrania de una forma que niegue la realidad y desestime la culpabilidad rusa de cualquier crimen. Los ejemplos más flagrantes de la palabrería del Kremlin aparecieron en el discurso de Putin del 24 de febrero, en el que un ataque a gran escala con misiles, invasión por aire y por tierra, se convirtió en una «operación militar especial» y «autodefensa rusa». En realidad, fue un ataque sin provocación y la invasión de un Estado vecino soberano. A medida que la guerra se recrudece, el Kremlin continúa abusando del lenguaje y deformando la realidad para que se ajuste a sus retorcidos propósitos.
LO QUE DIJO |
LO QUE SIGNIFICA |
LUCHA POR LA SEGURIDAD DE LA MADRE PATRIA |
INVASIÓN |
LOS ENFRENTAMIENTOS CON LOS NEONAZIS ERAN INEVITABLES |
LUZ VERDE PARA LAS ATROCIDADES CONTRA LOS CIVILES |
KIEV Y LA OTAN PLANEABAN INVADIR TERRITORIOS HISTÓRICOS RUSOS |
PRETEXTO PARA CONQUISTAR TERRITORIO |
RUSIA LLAMÓ A OCCIDENTE PARA DIALOGAR |
ENDULZAMIENTO DE LA INVASIÓN |
ERA LA ÚNICA DECISIÓN CORRECTA |
JUSTIFICACIÓN DE LA INVASIÓN |
La ubicuidad de la palabrería del Kremlin no debería tomarse a la ligera o descartarse como producto de distintas tradiciones lingüísticas y literarias. El lenguaje importa y enmarcar una agresión sin provocación en términos claros y entendidos internacionalmente es fundamental para obligar a rendir cuentas a los responsables. Si no hay «guerra», Rusia no puede cometer «crímenes de guerra», si no hay concepto de Ucrania, Rusia no puede violar su soberanía. Por lo tanto, el uso de este tipo de palabrería se hace imprescindible para justificar la violencia injustificable y negar toda responsabilidad conforme al Derecho internacional. Además, va de la mano de los esfuerzos orquestados por el Estado ruso para deformar la realidad en casa, incluso montando espectáculos de supuesto apoyo para las acciones criminales de Rusia en Ucrania.
Cambio de reglas a media partida
Puede que la característica más significativa de la campaña de desinformación y de manipulación de la información del Kremlin contra Ucrania a lo largo de la guerra de agresión rusa sea su adaptabilidad a las nuevas realidades. En otras palabras: a lo largo de los últimos cien días, el Kremlin ha estado cambiando constantemente las reglas del juego de su desinformación en un esfuerzo por redefinir los objetivos de la «operación especial» y cómo sería el «éxito» de las fuerzas armadas rusas que invaden Ucrania.
Al principio, los objetivos del Kremlin eran claros y la desinformación que los acompañaba jactanciosa y ambiciosa. Ucrania debía ser «desnazificada» por completo y, en Kiev, tenía que instalarse un nuevo Gobierno leal al Kremlin. Esto debía conseguirse rápidamente y sin demasiada resistencia en Ucrania. Los medios de desinformación pro-Kremlin estaban tan seguros, o más probablemente tan autoengañados, que los más impacientes incluso se avanzaron a lo programado para publicar un artículo de celebración tan solo unos días después del inicio de la guerra. Aunque el artículo fue retirado casi de inmediato, permitió echar una mirada al funcionamiento interno del aparato de desinformación pro-Kremlin y sacó a la luz su objetivo general de manipular la información para deformar la realidad.
Por supuesto, la anticipada victoria rápida de tres días permaneció solo como un fantasma en las nubladas mentes de la desinformación de los propagandistas del Kremlin. Tras alrededor de un mes de una resiliencia y perseverancia ucranianas increíbles ante un ataque despótico ruso, las victorias pregonadas en los primeros días de la guerra no se veían por ninguna parte. Y la maquinaria de desinformación pro-Kremlin se adaptó una vez más. Esta vez, las reglas del juego para el éxito pasaron a ser una disminución de la capacidad de las fuerzas armadas ucranianas para que Rusia pudiera centrarse en establecer el pleno control de los territorios ocupados al este de Ucrania. En otras palabras: el plan desde el principio era «liberar» al Dombás.
La noción de «liberación» también desempeña un papel integral en la desinformación pro-Kremlin sobre su guerra de agresión. Se difunde más comúnmente para engañar al público sobre las atrocidades que Rusia ha cometido en los territorios ocupados de Ucrania. La narrativa de desinformación de la «liberación» también sirve para evocar una justificación para la invasión afirmando falsamente que la población local de toda Ucrania se alegra de recibir a los invasores rusos.
Cuando han transcurrido alrededor de tres meses de la «guerra de tres días» de Putin, la maquinaria de desinformación pro-Kremlin ha vuelto a cambiar las reglas del juego. La nueva afirmación de la palabrería orwelliana, hecha por el ministro de Defensa Sergei Shoigu en una reunión de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC), fue que Rusia estaba ralentizando deliberadamente el ritmo de la guerra para evitar bajas civiles. Si bien esta afirmación siguió el patrón de desinformación de manipulación de la información para presentar siempre a Rusia como infalible, también era increíblemente cínica, teniendo en cuenta que la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH) ha registrado 8 900 muertes de civiles desde el 30 de mayo de 2022. Estas son las víctimas civiles de la invasión y la agresión de Rusia, y las cifras reales podrían ser mucho más elevadas.
Crímenes de guerra disfrazados de humanitarismo
Aparte de cambiar las reglas del juego para el éxito, los medios de comunicación de desinformación controlados por el Estado ruso también fomentan activamente narrativas falsas de «humanitarismo» para otro propósito. Cuando el mundo se enteró inevitablemente de las atrocidades sinsentido que cometió Rusia en Ucrania, que cada vez más equivalían a crímenes de guerra, el ecosistema de desinformación pro-Kremlin se puso a toda marcha para negar, confundir, distraer, consternar y desviar la culpa.
El 9 de marzo, las fuerzas aéreas rusas lanzaron un ataque aéreo indiscriminado sobre una sala de partos y un hospital infantil de Mariúpol. Cuando las imágenes horribles de mujeres embarazadas heridas siendo evacuadas en medio de los humeantes restos del hospital bombardeado empezaron a inundar los medios de comunicación internacionales, la reacción inicial del Kremlin fue la esperada: una negación total de la realidad. Y, cuando la realidad ya no podía negarse, empezó una efusión de mentiras del Kremlin, que iban desde afirmaciones de que los nazis se habían escondido en el hospital a afirmar falsamente que las mujeres heridas eran actrices contratadas.
Entre el 4 y 5 de abril, el mundo conoció verdades más alarmantes sobre cómo era la «liberación» rusa de Ucrania en la ciudad de Bucha a las afueras de Kiev. Cuando las tropas rusas se retiraron y las fuerzas armadas ucranianas tomaron el control de la ciudad, el dantesco espectáculo de las calles era difícil de describir. Civiles inocentes ucranianos habían sido ejecutados sumariamente y sus restos estaban tirados en las calles, en las que rezumaba la sangre de inocentes. La brutalidad de estas imágenes fue tal que la negación no podía funcionar, aunque, en un primer momento, surgieron afirmaciones de que la masacre de Bucha había sido un montaje de Ucrania. Por lo tanto, en un esfuerzo para distraer al mundo de los posibles crímenes de guerra que había cometido en Bucha, el Kremlin se sacó otro truco de su chistera de desinformación: el relativismo histórico. Tan solo unos días después, los troles rusos iniciaron una campaña de distracción atacando a cientos de políticos, figuras públicas y periodistas polacos y promoviendo una narrativa de desinformación de relativismo histórico al comparar Bucha con la masacre de Volinia durante la Segunda Guerra Mundial.
El 8 de abril, un ataque con misiles de las fuerzas armadas rusas alcanzó la estación de ferrocarril de Kramatorsk y mató a docenas de personas inocentes que huían de los horrores de la guerra. Rusia siguió su patrón bien establecido de desinformación. Primero llegó la negación del hecho, luego el rechazo de toda responsabilidad y, por último, la tergiversación de la verdad. Curiosamente, este caso mostró que la maquinaria de desinformación controlada por el Estado ruso no siempre es estanca, porque algunos de los agentes de desinformación rusos más impacientes corrieron a comunicar un exitoso ataque con misiles para después apresurarse a negar que hubiera tenido lugar.
Estos son tan solo tres ejemplos de los muchos casos en los que Rusia ha infringido el Derecho internacional y ha abandonado la moralidad al atacar indiscriminadamente a civiles en Ucrania y utilizar su gran maquinaria de desinformación para intentar deformar la realidad de su guerra brutal en Ucrania, desviando la culpa de los posibles crímenes de guerra cometidos por las tropas rusas invasoras y sus amos del Kremlin.
Reciclaje de narrativas de desinformación sembradas anteriormente
A lo largo de los primeros cien días de guerra, los medios de desinformación pro-Kremlin se hicieron cada vez más adeptos al reciclaje y la renovación de narrativas de desinformación previamente establecidas para desviar la atención de los estragos de la guerra en curso y justificar sus violaciones del Derecho internacional. El ejemplo que más destacó fue la recuperación de la narrativa consolidada de los laboratorios de investigación biológica, presuntamente financiados por los Estados Unidos para desarrollar armas ilegales en Ucrania. Arraigada en teorías marginales de conspiración y, a pesar de haber sido desacreditada completamente, esta narrativa de desinformación fue ampliamente difundida por los medios de comunicación controlados por el Estado ruso. Curiosamente, esta narrativa también encontró amplificadores voluntariosos más allá del ámbito tradicional del ecosistema de desinformación pro-Kremlin, puesto que los medios de comunicación afiliados al Estado chino participaron activamente en la recuperación de este antiguo relato.
Otro ejemplo de reciclaje de antiguos tropos de desinformación de la guerra rusa en Ucrania, fue invocar el miedo a la migración y vender xenofobia contra los refugiados ucranianos que huyen de los horrores de la guerra. El aparato de desinformación pro-Kremlin se centró especialmente en países vecinos de Ucrania, en un intento de vilipendiar a los refugiados ucranianos y sembrar división entre la población local. Con todo, lo cierto es que, desde el 24 de febrero, Europa ha acogido a más de cinco millones de refugiados ucranianos.
Estos esfuerzos por reciclar y recuperar todas las mentiras anteriores llegaron al punto culminante en el discurso de Putin del 9 de mayo, que básicamente reformuló las mismas narrativas de desinformación escandalosas que había utilizado el 24 de febrero para iniciar una guerra injustificable. No cabe duda de que, como el ritmo de la guerra, o más bien la «operación especial», no había sido exactamente el esperado, en las semanas previas al desfile del Día de la Victoria, el Kremlin utilizó todos sus trucos de desinformación para gestionar las expectativas, deformar la realidad y preparar al público para lo que pueda venir. Cuando llegó el momento del discurso de Putin del 9 de mayo, este también estuvo repleto de la palabrería orwelliana que los medios de comunicación pro-Kremlin habían utilizado a lo largo de la guerra para envolver a la realidad fidedigna de sus delitos en un velo de mentiras y engaños.
No ver, no oír y no hablar de guerra
Es posible que los orquestadores de las mentiras del Kremlin sobre la guerra de agresión rusa en Ucrania se hayan dado cuenta de que la batalla por los corazones y las mentes de los públicos occidentales ya se haya perdido. En gran parte debido a la resiliencia inherente de unos medios de comunicación verdaderamente abiertos y plurales en el corazón del entorno informativo occidental. Por lo tanto, motivado en cierto modo por el pánico, en un intento de restringir el acceso a la información veraz en Rusia, al cabo de poco más de una semana de guerra, el Parlamento ruso adoptó una ley que preveía castigos draconianos por dar voz al criticismo o desviarse de la línea gubernamental oficial. Incluso la sola mención de «guerra» puede ahora castigarse con una pena de quince años de prisión en Rusia.
Sin embargo, la imposición de leyes de censura que recuerdan a los días más oscuros de la Unión Soviética tan solo fue el primer paso en los esfuerzos del Kremlin por moldear la realidad distorsionando el espacio informativo hasta que quedara irreconocible. El regulador ruso de medios de comunicación convertido en censor Roskomnadzo bloqueó además el acceso a Twitter, Facebook e Instagram, y desde entonces ha presionado constantemente y ha aplicado tácticas de intimidación contra YouTube y Wikipedia. Entretanto, la población rusa podía sentir como se estrechaba la soga censora y se apresuró a descargar copias de seguridad de Wikipedia disponibles sin conexión y el uso de servicios de redes privadas virtuales en Rusia se ha disparado desde el inicio de la guerra.
La guerra de agresión rusa en Ucrania ha expuesto asimismo el verdadero alcance del temor paranoico del Kremlin a unos medios de comunicación libres e independientes, sin importar los canales que utilicen. Los medios de comunicación extranjeros, como la BBC, Deutsche Welle, RFE/RL, Euronews, CNN y ABC fueron suspendidos casi de inmediato. Los medios de comunicación rusos, que, de otro modo, podrían haber informado sobre la verdad del carácter criminal de esta guerra, fueron silenciados rápidamente. El Kremlin paralizó rápidamente la última emisora de radio libre, la reputada Radio Echo Moscow, mientras que Roskomnadzo hostigó a la ganadora del Premio Nobel de la Paz Novaya Gazeta y su redactor jefe Dmitry Muratov a guardar silencio.
Por lo tanto, la destrucción de los medios de comunicación libres e independientes en Rusia prácticamente ha terminado y el vacío informativo, creado a conciencia y manipulado por el Kremlin, ha dado lugar a un autoengaño cada vez mayor, el cual es fundamental para que el Kremlin deforme la realidad y mantenga el apoyo popular a la guerra de Rusia en Ucrania.
La desinformación se recrudece
Ucrania prosigue la lucha heroica por su libertad, independencia y dignidad. Ha capeado cien días de una brutalidad rusa inimaginable, tanto en las trincheras de la guerra en el campo de batalla como en muchas plataformas del espacio informativo. La desinformación y la manipulación de la información Pro-Kremlin continuará, mientras Rusia trate de justificar un acto injustificable de violencia contra un vecino pacífico. Y ningún método ni táctica se consideran fuera de los límites por parte del mentiroso en jefe del Kremlin. No cabe ninguna duda de que Rusia recurrirá al «papel de víctima» nuevamente, tras haber esencialmente obligado a Suecia y Finlandia a solicitar su adhesión a la OTAN. No se avergonzará de fomentar el pánico por una crisis alimentaria mundial, a la vez que desvía las culpas por iniciarla al emprender una guerra no provocada en Ucrania.
Ucrania ya ha resistido la brutalidad inicial de la arremetida de Rusia, ha galvanizado el apoyo internacional y ha mostrado al mundo el verdadero significado del valor para defender los valores fundamentales de la libertad, la soberanía y el derecho a la autodeterminación. Este país también ha desafiado una campaña de desinformación y manipulación de la información pro-Kremlin sin precedentes con el fin de respaldar la guerra criminal de Rusia. Mientras la comunidad internacional continúa respaldando la lucha de Ucrania por la libertad y la soberanía, tampoco puede escatimar esfuerzos para desmantelar la perniciosa falsa realidad sobre la guerra que Rusia ha construido basándose en mentiras y engaños.