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Recordar es difícil, pero leer nombres el 29 de octubre ayuda

octubre 29, 2021

Antes del 30 de octubre, día de la conmemoración de las víctimas de la represión política en Rusia, EUvsDisinfo habló con Alexandra Polivanova, miembro de la junta directiva de la organización no gubernamental (ONG) Memorial International. Reside en Moscú y trabaja con Memorial desde hace muchos años.

En 1991, el día 30 de octubre se estableció como día nacional en Rusia por decisión del Gobierno. La ONG rusa Memorial, en la que el ganador del Premio Nobel de la Paz Andréi Sájarov desempeñó un papel importante, ha sido fundamental para documentar la represión y ayudar a rendir homenaje a las víctimas. Cuenta con grandes comunidades de apoyo por toda Rusia que ayudan haciendo donaciones, con trabajos de voluntariado o a través de otros medios de respaldo.

Sin embargo, en los últimos años, Memorial y otras ONG han sido sometidas a presión por las autoridades rusas al ser tildadas de «agentes extranjeros» en una campaña de desprestigio con juicios fraudulentos y desinformación, a los que se sumó recientemente un atentado a la sede de Memorial en Moscú. Otro ejemplo es el enjuiciamiento y veredicto contra el investigador independiente Yuri Dmitriev, que rescató los nombres de víctimas anónimas: una sentencia judicial que la Unión Europea también criticó, al exigir su inmediata liberación.

El ataque contra Memorial, un ataque a la memoria

Tal y como Alexandra Polivanova dice: «Memorial es una organización pública de base que parte de valores que están verdaderamente presentes en la sociedad y que contradicen la política actual del Estado ruso con respecto a sus ciudadanos. Supongo que a lo que más teme el Gobierno actual son sus ciudadanos, sus impulsos, opiniones, sus decisiones electorales y sus posibles acciones».

Cuando no puedes silenciar el mensaje, atacas el prestigio y la posición del mensajero: Memorial. La ONG se queja de la etiqueta de «agente exterior». Alexandra Polivanova: «Está claro que Memorial no es el agente de nadie. Trabajamos para la sociedad civil rusa, a la que el Gobierno teme». Ella cree que la legislación ha afectado mucho a numerosas ONG. «Algunas ONG se han visto obligadas a cerrar y, para las que han sobrevivido, se ha vuelto muy difícil llevar a cabo su trabajo cotidiano debido a la enorme cantidad de burocracia adicional. Es más, resulta muy difícil trabajar con la sociedad. Memorial es una organización pública. Colaboramos mucho con socios —escuelas, museos, universidades, bibliotecas, etc.— y, para todas estas organizaciones, está prácticamente prohibido trabajar con nosotros. Por último, y lo más importante, esta legislación tiene un efecto terrible sobre las personas, la sociedad y el clima de confianza en la sociedad. La gente simplemente tiene miedo a todo lo que no esté aprobado de forma explícita por el Estado. Muchas personas no saben en quién confiar, no creen en los demás. Abandonan su propio pensamiento crítico».

El ataque a la oficina central de Memorial en Moscú del 14 de octubre se produjo durante la proyección de Mr. Jones, una película que describe el Holodomor, la gran hambruna en Ucrania tras la colectivización forzosa de las tierras agrícolas impuesta por Stalin. La respuesta de la policía parece rara: no se centró en los violentos atacantes, todos los cuales escaparon, ni en la extraña presencia del equipo de televisión de la famosa NTV, sino más bien en registrar las oficinas de Memorial en las cercanías y en identificar a los espectadores.

La creciente popularidad de Stalin

Todo esto tiene lugar con el trasfondo de promoción del sistema de Stalin lenta pero constante en las instituciones culturales rusas y en todos los medios de comunicación controlados por el Estado.

El terror y la represión de Stalin ocasionaron sufrimiento y la pérdida de millones de vidas. Ni una sola familia rusa ha escapado a las consecuencias del régimen brutal del dictador de una forma u otra, a menudo letal. Sin embargo, y paradójicamente, la popularidad del dictador ha aumentado de forma significativa, según documentan encuestas periódicas llevadas a cabo año tras año: en mayo de 2021, el 56 % de la población lo veía como un gran dirigente, el doble que en 2016.

No para quererlo, sino para dar forma a una nueva percepción de Stalin

La percepción humana, complicada como siempre, es receptiva a la influencia constante y al aguijoneo. Aunque los crímenes de Stalin ya hace tiempo que se documentaron, empezando por el «discurso secreto» de Jrushchov de 1956, la memoria parece desvanecerse. Pocos supervivientes son capaces de contar de primera mano cómo funcionó en la práctica la represión, cómo las detenciones, a menudo sin un motivo válido, los interrogatorios absurdos, las torturas, los encarcelamientos y los campos de trabajo llevaron a la degradación humana.

En lugar de los recuerdos de primera mano, un flujo constante de docudramas halagüeños, películas, programas de televisión, material gráfico y grandes exposiciones llamativas sobre los años treinta y cuarenta del siglo pasado dominan el espacio público. En los últimos diez años, Stalin se presenta cada vez más como el dirigente importante y fuerte del Estado, imprescindible para mantener la estabilidad y directamente relacionado con la posición de honor de la industria de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y como el único hombre que garantizó la victoria en la Gran Guerra Patriótica (Segunda Guerra Mundial).

Hasta qué punto ha llegado Rusia a este respecto en el último decenio se ilustra mediante dos ejemplos: en 2009, surgió un debate público animado sobre si una estación de metro de Moscú podía volver a mostrar una frase que alababa a Stalin, una cita de un himno en su vestíbulo de entrada. El resultado: no, no se permitió. En 2015, seis años más tarde y tras la constante manipulación de la percepción de la opinión pública, Stalin ocupó un lugar preponderante en la sala de exposiciones más prestigiosa, el Manezh, justo al lado del Kremlin, en una exposición titulada «Mi historia 1914-1945», junto con una exposición sobre el Realismo soviético clásico que muestra la mayor colección de cuadros de Stalin de los últimos decenios: Stalin en el aeródromo, Stalin con niños, Stalin primero entre iguales frente al cuerpo yacente de Lenin, Stalin tranquilizando al moribundo Maxim Gorky, Stalin dirigiéndose al partido, etc. En resumen: se había retrocedido el reloj hasta antes de Jrushchov en 1956.

«Mi historia»: olvidad el gulag

En la exposición «Mi historia» predominaban las citas de Stalin, al igual que los elogios a su mandato. Tan solo un pequeño rincón oscuro proporcionaba una escasa y pobre visión del sistema de gulags, pero nadie mostró ningún interés. Llamativos vídeos que presentaban lo hermosa que era la vida en la URSS de Stalin captaron toda la atención. Se promovió la narrativa de la fortaleza asediada. En entrevistas de vídeo, jóvenes rusos daban su opinión sobre la exposición: ahora entendían correctamente la historia. Se elogiaba el pacto Ribbentrop-Mólotov con la Alemania nazi como una obra maestra política, y se cuestionaba por qué tendría que ser diferente para la URSS si muchos países tenían pactos de no agresión con la Alemania nazi (una observación hecha reiteradamente también por Putin), y se explicaba cómo Polonia era la culpable: «whataboutismo» en acción. La exposición, que está en un formato digital que se puede adaptar fácilmente, recorrió toda Rusia desde 2013 y ahora es exposición permanente en el parque de exposiciones de Moscú VDNJ.

El mismo patrón de valoraciones sobre el papel de Stalin puede verse en museos estatales rusos de referencia que muestran a las fuerzas armadas, la victoria en la Segunda Guerra Mundial o el período entre los años treinta y cincuenta del siglo pasado. Incluso si el propósito no era fomentar un nuevo culto o amor por Stalin, el resultado es una popularidad notable.

Lectura de los nombres de las víctimas del 29 de octubre

Alexandra Polivanova está orgullosa de que Memorial iniciara en 2007 esta tradición de concentraciones públicas del 29 de octubre. La gente podía reunirse para leer los nombres de las víctimas de la represión política, de forma muy sencilla, muy solemne; tan solo el nombre y la fecha de su muerte o desaparición. La ceremonia de Moscú, celebrada en el monumento de la Piedra Solovetsky, erigido por Memorial en 1990 enfrente del servicio de seguridad del NKVD, posteriormente la KGB y ahora sede central del FSB, solía durar horas. Esto en sí mismo es un duro recordatorio de la gran escala de la represión.

Debido a la COVID-19, la ceremonia se realizará en línea este año, igual que en 2020. El 29 de octubre, de las 10.00 a. m. hasta las 10.00 p. m., hora de Moscú, los vídeos elaborados por particulares se sumarán a una maratón de personas, nombres y monumentos. Se retransmitirá en directo en el sitio web de Memorial: https://october29.ru/return-of-the-names.