Salisbury una vez más

Hay numerosos paralelismos que trazar y los medios pro-Kremlin se han propuesto señalar tantos como sea posible.
En un llamativo caso de «déjà vu», los medios de comunicación pro-Kremlin están tratando de enturbiar las aguas en torno al presunto envenenamiento del líder opositor Alekséi Navalny, tal como hicieron en 2018 con el envenenamiento del exespía ruso Serguéi Skripal. Las similitudes entre los mensajes de desinformación difundidos con ocasión de los dos incidentes son claras: en ambos casos, los envenenamientos se describieron como provocaciones externas, organizadas por Occidente o Gran Bretaña para imponer sanciones y crear propaganda antirrusa. Además, los medios pro-Kremlin presentan los envenenamientos como un signo de conflicto político interno en Alemania y el Reino Unido.
Estas reivindicaciones van acompañadas de la negación habitual: «No hay pruebas de que Navalny fuera envenenado» o «Londres no tiene pruebas de la implicación de Moscú en el envenenamiento de los Skripal». La narrativa de «no cooperación» se hace igualmente eco de afirmaciones similares: «Berlín se niega obstinadamente a cooperar y proporcionar información». También se alega que el Gobierno británico ignoró las propuestas de cooperación constructiva de Rusia.
En lo que a chivos expiatorios se refiere, los medios de comunicación pro-Kremlin siempre han tenido ideas interesantes. En ambos casos de envenenamiento, han culpado sistemáticamente a las fuerzas especiales y los servicios occidentales. En el caso de Navalny, los medios pro-Kremlin también han afirmado que el coma fue causado por una dieta (sin entrar en detalles sobre el servicio especial en el que trabajaría el dietista). En cuanto al caso de los Skripal, se describieron el alcoholismo, la drogadicción, la mala salud y, por último, el suicidio como enfermedades profesionales propias de los exespías. Así de sencillo, ¡sin relación alguna con los servicios especiales en este caso!
En el mismo esfuerzo por lavar su imagen, los medios de comunicación pro-Kremlin afirmaron y siguen afirmando que el Novichok se fabrica en Estados Unidos. En lo que podría considerarse como una crítica velada a la calidad de la fabricación estadounidense, los medios pro-Kremlin añaden que el Novichok suele provocar convulsiones y muerte, no coma. Al fin y al cabo, «¿de qué tipo de veneno militar se trata si no ha muerto nadie?».
Además de la naturaleza repetitiva y despreciativa de la desinformación pro-Kremlin, estas narrativas ponen de manifiesto una cierta falta de respeto por la vida humana. En lugar de promoverlo, los medios pro-Kremlin parece que conducen al lector a un asiento en las gradas para que contemple como las élites, los servicios secretos y los estados nacionales supuestamente luchan por la dominación mundial. El objetivo de este juego mediático cargado de acción parece ser decantar el apoyo popular hacia el equipo local, que gana siempre a pesar del juego presuntamente injusto de los occidentales.
Solo Rusia puede llevar a cabo ejercicios militares
Por último, en una publicación en Facebook de la Embajada rusa en Estados Unidos se criticaban unos ejercicios militares en Estonia en los que participaban soldados estadounidenses. EE. UU. no debería hacer maniobras en un Estado miembro de la OTAN porque es provocativo y peligroso para la estabilidad regional, se argumenta. Aunque estos mensajes se difundieron en más de veinte sitios web rusos, la respuesta en las redes sociales fue marginal. Tal vez la opinión pública tenga en mejor estima la postura de defensa colectiva de la OTAN que la del Gobierno.