Seis gusanos de arena reales y vacunas del mono falsas

En primer lugar, una gran noticia.
El lunes, el Departamento de Justicia de EE. UU. imputó a seis oficiales del GRU que trabajaban para la Unidad 74455. Según el Departamento de Justicia, la Unidad, a la que los medios de comunicación llaman «Sandworm» (gusano de arena), sería responsable de al menos mil millones de dólares en daños. La acusación señala, además, que el grupo «desplegó malware destructivo y llevó a cabo otras acciones perturbadoras, en beneficio estratégico de Rusia» contra los gobiernos de Ucrania y Georgia, las investigaciones sobre el envenenamiento con Novichok, las elecciones francesas de 2017 y los Juegos Olímpicos de Invierno de 2018 en Pyeongchang.
A la izquierda, seis oficiales rusos en busca y captura; a la derecha, el agente especial del FBI Michael Christman, el fiscal general adjunto John Demers y el director adjunto del FBI David Bowdich, 19 de octubre de 2020. Imagen: AFP.
Vacunas: nada más que monerías
Los casos de COVID-19 se disparan en toda Europa y la desinformación sobre la pandemia le sigue el ritmo. Tomemos, por ejemplo, una historia que afirma que Ucrania comprará una vacuna rusa y que la adquisición se llevará a cabo a través de los Estados miembros de la Unión Europea. En realidad, los expertos temen que la aprobación de la vacuna rusa fuera prematura. Según The Lancet, una de las revistas médicas más conocidas del mundo, en ese momento ni siquiera habían comenzado los ensayos en fase 3 de la vacuna. Otro de los problemas de esta afirmación es que ningún Estado miembro ha anunciado su intención de comprarla.
La noticia forma parte de una narrativa más amplia en la que se afirma que Rusia combate la pandemia con mayor eficacia que las democracias occidentales, con lo que se potencia la credibilidad de una vacuna rusa y se socava la de otras vacunas (occidentales).
¿Cómo se erosiona la credibilidad de las vacunas occidentales?
Un viejo truco es difundir una mentira envuelta en una verdad más amplia.
Las campañas de éxito suelen «escudar un argumento falso bajo la armadura de una verdad más amplia», explica el académico experto en desinformación Thomas Rid. En su aclamado libro Active Measures (Medidas activas) muestra un ejemplo espectacular de la Segunda Guerra Mundial, el ficticio Plan Tanaka. Este documento (que presuntamente databa de 1927) fue decisivo para convencer a muchos estados de que Japón había desarrollado una estrategia militar para dominar el mundo. Sin embargo, el documento no era auténtico.
¿Por qué fue tan eficaz esta narrativa falsa? Porque estaba arraigada en la política exterior japonesa de la época.
¿Cómo se aplica el método de la verdad más amplia a las vacunas occidentales?
Para socavar la credibilidad de estas vacunas, los medios de comunicación pro-Kremlin utilizan una verdad parcial (la vacuna de Oxford se desarrolla sobre el vector vírico de los chimpancés) para llamarla la «vacuna del mono», con lo cual los medios pro-Kremlin se permiten sugerir que la vacuna británica convertirá a las personas en monos y, ya puestos, aprovechar las críticas de los defensores de los derechos de los animales y los antivacunas.
Sin embargo, la ironía no es poca, ya que los principios que sustentan la vacuna Sputnik V son, en su mayoría, los mismos que los de Oxford. ¿Lo que hace el mono, lo hace la mona?
La narrativa del mono trata de erosionar la credibilidad de las vacunas occidentales. A pesar de estas ambiciones monísimas, cabe recordar un antiguo proverbio jamaicano, que afirma que cuanto más alto sube el mono, más se expone.
Vino viejo en botellas nuevas
Esta semana hemos visto también servir un poco del viejo vino de la desinformación en botellas nuevas. Veamos algunos ejemplos.
Hemos vuelto a ser testigos de varias narrativas recurrentes del Kremlin sobre Navalny, por ejemplo, que el envenenamiento del líder de la oposición rusa tenía la intención de facilitar un ataque de Occidente a Rusia o que el Kremlin no podía estar detrás del ataque a Navalny porque era improbable que el Kremlin ordenara asesinar a un bloguero insignificante.
Respecto al MH17, de nuevo hemos visto afirmar que el equipo conjunto de investigación ignora las pruebas que aporta Rusia. La acusación penal presuntamente no tiene en cuenta los datos en bruto extraídos de los radares rusos. En realidad, los «datos en bruto» consisten en un vídeo que combina información primaria y secundaria. Esta narrativa se repite desde 2016. Otra narrativa relativa al MH17 afirma que «los alemanes» apoyaban que Rusia se retirara de las consultas sobre el MH17. ¿A través de qué método de investigación se ha determinado este respaldo alemán? Muy sencillo: tres comentarios publicados en un artículo de Die Welt.
En cuanto a Bielorrusia, una vez más detectamos narrativas en las que se afirma que las protestas no podrían haber ocurrido sin influencia extranjera (occidental). Forman parte de una campaña recurrente que acusa a los países occidentales de interferir y presenta las protestas contra el fraude electoral como una revolución de colores liderada por Occidente.