Guía breve para comunicarse con alguien que cree en las teorías conspirativas antivacunas.
«Las vacunas son muy importantes y no dan ningún miedo. ¡Te vacunas en un abrir y cerrar de ojos!», asegura un marabú a un hipopótamo indeciso (¡y aterrorizado!) sobre las vacunas en unos dibujos animados soviéticos de 1966. Más de cincuenta años después, en plena pandemia mundial de COVID-19, las vacunas son más importantes que nunca, pero los mensajes transmitidos por los medios de comunicación pro-Kremlin son menos tranquilizadores.
A lo largo de la pandemia, afirmaciones infundadas sobre las vacunas procedentes de los confines más oscuros de internet, como «Bill Gates utilizará las vacunas para implantar microchips a toda la humanidad», han cobrado un nuevo impulso en los medios de desinformación pro-Kremlin. Todo tipo de información sanitaria engañosa sigue circulando por las redes sociales, generando así confusión y agravando la crisis sanitaria.
A muchas personas, las afirmaciones sobre la presencia de «microchips» de Microsoft en las vacunas le parecerán sencillamente absurdas. Pero, ¿y los que no lo ven así? ¿Cómo se puede hablar con alguien que cree en las teorías conspirativas relacionadas con las vacunas que encuentra en internet?
Estos son solo algunos consejos que pueden resultar útiles:
Si encuentra desinformación o teorías conspirativas sobre las vacunas en las redes sociales, una buena regla de oro es comunicar estas publicaciones a las plataformas, ya que es posible que contravengan sus políticas. Interactuar con tales contenidos (aunque sea dejando un comentario negativo) solo ayudará a darles más difusión.
¿Y si la persona que cree y comparte afirmaciones engañosas y teorías conspirativas sobre las vacunas es alguien cercano a usted (una amistad, un ser querido, un vecino)? Las afirmaciones de que el Papa exige que sus seguidores se vacunen como un servicio a las empresas farmacéuticas internacionales pueden parecer absurdas, pero burlarse, avergonzar o enfadarse con alguien a quien le preocupa realmente esta cuestión puede resultar contraproducente.
Independientemente de la formación académica, las personas pueden albergar dudas y miedos que probablemente deriven de preocupaciones legítimas sobre la seguridad y la eficacia de las vacunas. Acercarse a los demás con respeto y predisposición a escuchar es fundamental para mantener una conversación elocuente y que tenga alguna repercusión.
Las investigaciones académicas han corroborado que tendemos a formar nuestra idea sobre las vacunas basándonos no solo en hechos científicos o argumentos médicos, sino también en factores sociales, culturales, económicos y políticos a partir de experiencias personales o convicciones morales. En definitiva, los motivos para creer afirmaciones infundadas sobre las vacunas van más allá del simple desconocimiento.
En un estudio de 2017 publicado en la revista científica Nature Human Behaviour, se descubrió la existencia de relaciones estadísticamente significativas entre las dudas sobre las vacunas y los valores morales en dos grandes grupos de padres y madres norteamericanos. Las personas que tenían muchas dudas sobre las vacunas estaban influenciadas por creencias de que las vacunas contaminarían los cuerpos «puros» de sus hijos. Además, creían que los Gobiernos no deberían «controlar» el comportamiento individual.
Los agentes de la desinformación saben bastante bien cómo abusar de tales creencias y explotarlas. Afirmaciones infundadas en las redes sociales en las que se alega que las vacunas pueden modificar el ADN humano o que están contaminadas con VIH, malaria o «partículas 5G» apelan a las emociones más que a los hechos. Este tipo de afirmaciones aprovecha creencias muy arraigadas sobre la necesidad de proteger nuestros cuerpos (y los de nuestros hijos) de todo lo que pueda ser «antinatural», «sucio» o «peligroso», de forma que se presentan las vacunas exactamente como tales.
De forma similar, las afirmaciones de que las vacunas contra la COVID-19 se utilizarán como pretexto para «implantar microchips» y controlar a la humanidad tienen como objetivo explotar nuestros sentimientos sobre la libertad y la autonomía individual (después de todo, las políticas de vacunación evocan elementos de colectivismo).
Darse cuenta de que nuestras creencias morales pueden ser manipuladas es un proceso complicado y desagradable. Intente fomentar la introspección crítica planteando preguntas sobre ansiedades y miedos relacionados con las vacunas, y prepárese para escuchar sin juzgar.
Las personas que dudan sobre las vacunas probablemente no quieran hacerse daño intencionadamente a ellas mismas ni a sus seres queridos. Tal y como una madre lo planteó de manera sucinta durante su TED talk, cuando se trata de las vacunas, la mayoría de los padres sienten «verdadero pavor a hacer lo incorrecto».
En cierto modo, las vacunas son víctimas de su propio éxito. Leemos sobre enfermedades como la viruela en libros de historia, más que en páginas web de noticias, precisamente porque las vacunas ayudaron a erradicarlas. Sin embargo, esto también hace que el riesgo (por pequeño que sea) de posibles efectos secundarios de las vacunas sea más «real» que la propia amenaza de la enfermedad.
¿Podría ser este el caso de su ser querido/amistad/vecino? ¿Les da más miedo la vacuna que una enfermedad tan solo porque esta última parece una amenaza más distante? Tenga presente que algunos agentes de desinformación, incluidos los medios de comunicación pro-Kremlin y sus representantes, han difundido afirmaciones que alimentan exactamente estos sentimientos, por ejemplo, alegando que la crisis del coronavirus había sido inventada por los medios de comunicación o por las «grandes farmacéuticas» que persiguen intereses comerciales.
Establecer algunos puntos en común sobre la (con suerte) necesidad compartida de tomar la mejor decisión respecto a la propia salud brinda la oportunidad de dialogar. Evite tener una «serie de refutaciones», las cuales pueden conducir al antagonismo y la rabia. Intente empatizar desde un nivel emotivo y personal. ¿Por qué es importante para usted que «hagan lo correcto» en materia de vacunas? Admitir que le preocupa su bienestar podría ser un potente incentivo para que reconsideren sus puntos de vista. Las experiencias personales que ayudan a explicar por qué confía en las vacunas (y puede leer más sobre garantías relativas a la seguridad de las vacunas) a menudo pueden resultar más convincentes que un razonamiento abstracto. Es importante hacerlo así, ya que la mera exposición a una teoría conspirativa puede tener consecuencias negativas, incluso entre las personas que no están de acuerdo con la teoría conspirativa.
Recientemente, el Atlantic Council destacó una investigación que determinó que los grupos antivacunas en línea utilizan narrativas más diversas que los provacunas. En pocas palabras: las afirmaciones antivacunas rara vez tratan solo de vacunas. Engloban temas más amplios relacionados con la medicina (alternativa) y el bienestar general. Como tales, pueden tejer una red más intrincada que las narrativas que defienden las vacunas y se centran en datos científicos y las comunicaciones de los organismos de salud.
Por ejemplo, una página de Facebook dedicada a la medicina «alternativa» y destinada a ucranianos hace una serie de afirmaciones que vinculan las vacunas contra el coronavirus con nanopartículas «peligrosas» y las tecnologías 5G. La misma página defiende las maravillas de la medicina ayurvédica y los beneficios del café para los enfermos de cáncer.
Con esto no pretendemos decir que el café o la medicina ayurvédica sean necesariamente perjudiciales, pero las personas que siguen estos temas en las redes sociales pueden estar exponiéndose, sin saberlo, a información engañosa y perjudicial sobre las vacunas. Además, si más personas creen que determinadas ideas son verdad, tenemos una mayor probabilidad de aceptarlas. Por este motivo su presencia en las burbujas de teorías conspirativas y de desinformación ayuda a que estos puntos de vista arraiguen en su propio pensamiento.
Si su ser querido o amistad está en una burbuja «alternativa» similar, anímelo a seguir páginas y personas que comparten contenidos interesantes y fiables basados en hechos. Conectar con científicos, académicos, medios de comunicación independientes, verificadores de datos y comunidades similares es una buena forma de inmunizarse frente a la desinformación de la red, incluida la que trata sobre vacunas.
Las personas que aceptan teorías conspirativas a menudo se consideran pensadores críticos. No es casualidad que el medio de comunicación de desinformación pro-Kremlin, RT, pida a su audiencia que «se cuestione más cosas».
Sin embargo, tal y como señala este útil artículo de la BBC, el espíritu de la duda es, en realidad, una llave que abre el pensamiento racional. El objetivo no es que la otra persona sea menos curiosa o escéptica, sino cambiar el objeto de su curiosidad o escepticismo y que empiece a plantearse preguntas.
Las teorías conspirativas suelen presentar realidades complejas en vigorosas y amplias pinceladas, que lo explican «todo» y responden a la vez a todas las posibles preguntas. Como argumentó el sociólogo John Gagnon «la diferencia entre una teoría científica y una conspirativa es que la teoría científica tiene lagunas». En la época de la pandemia mundial, la certeza de «saberlo todo» que ofrecen las teorías conspirativas puede convertirse en un motivo de alivio para las inquietudes de la vida cotidiana. Plantéese si la otra persona podría estar recurriendo a fuentes dudosas para satisfacer su necesidad de saber.
Además, la desinformación no solamente se utiliza con fines políticos, sino también con fines comerciales. Según el Global Disinformation Index, las compañías tecnológicas pagan anualmente 250 000 millones de dólares a miles de sitios de desinformación por poner anuncios de muchas marcas muy conocidas. Los sitios web que defienden remedios «alternativos» para la salud en lugar de las vacunas suelen tener anuncios de suplementos alimentarios poco fiables, que intentan obtener directamente un beneficio económico de sus visitantes. Los seguidores de redes sociales también pueden ser «monetizados» por agentes de desinformación o ser usados para mejorar la reputación.
Intente preguntarle a la otra persona en qué opiniones sobre salud y vacunas elige confiar y por qué. Anímela a reflexionar sobre cómo busca y evalúa la información, e incluso a pensar los motivos que pueden tener quienes comparten mensajes antivacunas.
Si sigue estos pasos, puede que tenga una conversación constructiva y que, eventualmente, saque a su amistad o ser querido del pozo de las conspiraciones. Sin embargo, no espere resultados inmediatos.
Nuestras opiniones y sentimientos sobre la salud y el bienestar son muy personales y complejos, y es poco probable que estos cambien de la noche a la mañana. Además, tal y como comenta Mark Lorch, catedrático de Comunicación y Química en la Universidad de Hull, las nuevas pruebas generan contradicciones en nuestras opiniones, lo cual provoca malestar emocional. Así que, si presiona demasiado, corre el riesgo de que la otra persona presente justificaciones y, de hecho, refuerce sus puntos de vista, a pesar de las pruebas que indican lo contrario.
Al mostrar empatía por la otra persona, incluso si usted se mantiene firme en su postura en contra de las teorías conspirativas, ya habrá marcado alguna diferencia en la complicada atmósfera de preocupación fomentada por la pandemia mundial.
Si lo consigue, siempre puede mostrarle a su amistad, ser querido o vecino el hipopótamo de los dibujos animados. Recuerde, las vacunas son muy importantes y ¡no dan ningún miedo!